domingo, diciembre 17, 2006

Deshaciendo el nido

Espera sus piernas bajo la noche única. Dieciséis años aromáticos, Marianiña jugaba sobre la cama con alegre turbulencia como serpientes de colores. Manuel, recién afeitado dentro de un traje, se hace viejo y silencioso.
Marianiña era fuego de brazos de fiesta, juegos por el aire, trenes que giran, pájaros que se agitan con hambre de futuro. Y poco le importaba a Manuel dar que hablar.
Manuel y Marianiña iniciaban con un sonido violento la invitación al abrazo que consumaban como si hubieran olvidado sus días y este invierno. Marianiña deseaba todo, Manuel la cogió en brazos para poder cumplir un deseo en plena actividad y ocupar su puesto en el juego y sonreía, cabalgando la alegría. Al descender, su cuerpo gravitó con un extraño dolor, herida sin sangre corriendo por la noche.
Todavía estaba amaneciendo cuando Manuel, en el cuerpo la muerte que apretaba, se detuvo en el camino. Sola en su vacío inmenso, con el dolor del que no ha crecido lo suficiente, enfrentó la quietud, más bella que nunca, y se alejó despacio como el que ya no tiene nada que perder en esta vida.

1 comentario:

Andreilla dijo...

Feliz añooo!!!Sobreviviste a los excesos navideños?!!No comento "El Nido" porque aun no lo he leido (para no "contaminarme" antes de hacerlo yo....es que he estado muy, pero que muy ocupada....), pero soy visitante asidua en tu blog!. Falté a la última clase; te importaría decirme cuáles son los "propósitos navideños" del próximo miércoles?. Gracias mil!. A disfrutar!!Bicos, Andre