Bueno, esto es el principio. A ver si llega la inspiración.
Como tengo la mala costumbre de trabajar en cuaderno, tardaré un poco en pasar aquí todo lo escrito en julio, pero llegarán tarde o temprano
Cerré la puerta y entré en el salón. Las paredes parecían más oscuras que de costumbre, y descubrí que todas las superficies estaban cubiertas de hileras e hileras de letras, interminables fragmentos de versos que llegaban desde el techo hasta el suelo.
Levanté la copa que estaba en la mesa y la acerqué a los labios. El cuenco de cristal azul había sido estampado con las mismas hermosas líneas, que bajaban en espiral por el pie hasta la base.
Brinda por mí sólo con tus ojos.
J.G. Ballard. “Vermillion Sands”
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